Blog

Violencia de género: cuestión de educación

Todo el mundo ha sufrido algún abuso a lo largo de su vida, ya sea físico, psicológico o de derechos. Las expresiones de desprecio, acoso o violencia tristemente forman parte de nuestro mundo «civilizado», un mundo que queremos que sea lo mejor posible, donde vivir tranquilos y quizá, si tenemos suerte, encontrar eso que llaman felicidad.

Pero día tras día nos topamos con esas manchas de realidad en televisión, radio, prensa, e incluso en nuestro entorno social. Hay muchos tipos de abuso, según los individuos que intervengan y los motivos que tengan para ello, pero me gustaría centrar la atención en el abuso afectivo, el abuso y daño que se produce a alguien a quien supuestamente se ama.

Morir de amor. Posesión. Amor eterno. No soy nada sin ti. Haría cualquier cosa por tu amor. Tu pareja tiene que estar ahí porque es su deber…etcétera. Seguro que has escuchado y leído esas expresiones e ideas millones de veces ya, y es porque son preciosas y logran que muchas parejas comiencen o sigan adelante, pero hay otra versión del cuento que casi nadie narra.
Seguro que a muchos os sorprenderá, pero a mí, como terapeuta de pareja, esas expresiones me chirrían, porque detrás de esas expresiones están las innumerables parejas que acuden a mi consulta preguntando por qué se ha acabado el amor en su relación. Algunas incluso buscan desentrañar el por qué han pegado a la persona que más quieren…

¿Cómo te sentirías si tu pareja te dijese: <<Te quiero, pero no te necesito para ser feliz>>?
Probablemente te sentirías menospreciado/a, pero justo detrás de esa frase, se esconde la felicidad.

La voluntad consciente de hacer daño a otra persona no está ahí cuando te enamoras, ni cuando le haces regalos, la abrazas, la invitas a compartir un hogar, tener hijos, etcétera. Entonces, ¿de dónde sale ese impulso?

Hay gente que cree que hay personas malas de por sí, que desde quenacen tienen esa forma de ser configurada genéticamente. Pero más allá de la genética, que produce «predisposición» por ciertos comportamientos, está el aprendizaje. Un aprendizaje afectivo que como comentábamos en la anterior entrada sobre el apego (que podéis ver pinchando aquí), se adquiere en gran medida al observar no sólo a nuestros padres y familiares, sino también a nuestros amigos, nuestro entorno social. Por eso la cultura en la que estamos inmersos es el factor más importante, y es innegable que promueve todas las ideas de sacrificio, posesión, fusión de identidad, promesas de amor eterno y demás de manera reiterada y sin cesar. Ideas que llevan a la frustración, decepción y expectativas que van mermando nuestra autonomía, deseos propios, independencia afectiva y anulando nuestra autoestima. Canciones, películas y libros de todos los estilos llevan promoviendo durante siglos el «amor romántico«, algo que comienza a cambiar gracias a la era de la información.

Dicen que es horrible que haya tantos divorcios, que han aumentado muchísimo en los últimos años. Pero seguro que han disminuido también los matrimonios infelices que derivaban en situaciones límite como el asesinato o el suicidio. Las ideas sobre el amor pueden, como veis, promover la felicidad o infelicidad de las parejas de manera sutil, por lo que conviene saber que las ideas que giran en torno al llamado «amor realista», son las que promueven una felicidad y estabilidad óptimas para la pareja. Éste es el núcleo en torno al que se desarrolla todo mi trabajo.

Cuando la vida se vuelve oscura no somos conscientes de que tenemos a nuestro alcance recursos sociales para sentirnos bien, aprender a mejorar y a ser un poco más felices. Muchas veces la infelicidad viene de nuestra mentalidad, de nuestras creencias y valores arraigados. Es importante remarcar la responsabilidad social que tenemos todos ante la educación afectiva y el fomento del bienestar ajeno como herramienta de prevención. Respetar y transmitir una filosofía de vida sana al prójimo no debería de ser solo para religiosos, sino para todo el mundo.

No des felicidad, enseña a ser feliz.

Un abrazo, sed felices.

José A. Juárez (Jaju)– Psicólogo Afectivo

Citas e información: 607465303

Facebook

Youtube

Vacaciones terapéuticas: arreglando la relación.

No vas a leer una absurda lista de los 15 mejores destinos de viaje para solucionar tu matrimonio o pareja, sino algo más profundo y útil, que requiere tu atención plena. Esta es una breve historia con moraleja sobre una pareja que en vez de divorciarse, decide jugar su última carta e irse de viaje

Cuando nos sentimos bien, se nota. Se nota en el ánimo, en las ganas de vivir, en el ingenio, en la chispa humorística y en cientos de cosas más. Así que toca cambiar de aires, salir de la rutina, huir de los conflictos y discusiones del día a día y refrescar la relación con nuestra pareja, que ya nos va tocando disfrutar.

¿A dónde van de viaje?
  1. A ella le apetece un sitio de costa, con sol. A él un sitio del norte, con mucha vegetación y fresquito que anule el sofoco del verano. Un conflicto, pero se resuelve si uno de los dos cede un poco, porque al final no importa tanto, ¿no?.
  2. A ella le apetece ver monumentos e ir con guía. A él ir por libre y perderse entre la multitud, la vida local. Otro conflicto, le toca ceder al otro para igualar la balanza.
  3. A ella le da igual gastar un poco más, porque merece la pena darse el gusto, es por el bien de la relación. Él prefiere ajustarse el cinturón y no pasarse, que luego los ahorros vuelan. Conflicto económico y con implicaciones a largo plazo. ¿Y si nos estamos equivocando y el viaje resulta un caos porque no paramos de discutir? Bueno, es la última carta, y ¿para qué está el dinero si no es para invertirlo en ser felices? ¿500€ a cambio de ser felices? Por supuesto.



Y así, tras unas cuantas decisiones importantes extra que gracias a la ilusión llegan a buen puerto sin demasiado conflicto, se embarcan en el viaje más importante de sus vidas, el que marcará un punto de inflexión entre la vida y la muerte de la relación.

Resulta que disfrutan las vacaciones como nunca, y el haber estado a punto de divorciarse unos días atrás hace que parezca un milagro. Todo ha ido como la seda. La ilusión y la esperanza afloran. Llegan a casa y durante dos semanas cuentan su hazaña a todos sus amigos y compañeros de trabajo, con la seguridad de que la clave está en tener ilusión y disfrutar. La vuelta al trabajo y al día a día no les afecta en absoluto. El cabecero de la cama hace retumbar el edificio más que nunca.

¿Qué es lo que ha cambiado?

Antes tenían la misma vida que ahora, solo que parecen estar más conectados emocionalmente. Aquí viene el problema, lo PARECE. Añadir algo de disfrute externo a una relación con numerosos conflictos puede ayudar, o no, porque cuando ese estímulo externo del viaje desaparece y nuestro pensamiento vuelve al día a día, es muy probable que volvamos a ser exactamente los mismos. ¿Se soluciona acaso la vida de un drogadicto por sentirse feliz y despreocupado temporalmente gracias a su dosis? No, ¿verdad?, pues es lo mismo. La pareja de nuestra historia tiene dos posibles finales: uno bueno, y uno malo.

La gran mayoría de las parejas que recurren en última instancia al «viaje terapéutico» no solucionan nada. Cancelan el viaje a medias o lo terminan de mal humor. De hecho, hay muchas que no terminan de concretar el viaje por el estrés y los conflictos que genera.

Sin embargo, hay unas pocas parejas que sí logran su objetivo: cambiar algo. No algo externo, sino interno. El conflicto no se soluciona forzando y manipulando temporalmente nuestras emociones, porque dependen de algo superior que les da estabilidad: nuestras creencias, valores e ideas. Solo las parejas a las que el contraste positivo (si logran disfrutar el viaje) les hace reflexionar sobre qué pensamientos, prejuicios y comportamientos eran contraproducentes, logran dar pasos hacia la solución del conflicto.

Entonces, ¿cuál es la moraleja?, ¿cuál es el destino ideal para arreglar los conflictos en la pareja?.

El mejor destino es la propia relación de pareja. Ojear vuestro interior y ser humildes. Analizar el pasado y comparar momentos de felicidad y tristeza, observando los posibles motivos. Este destino no se logra únicamente viajando. Se puede lograr en casa, charlando con amigos, tomando un café, acudiendo a terapia de pareja, informándose a través de Internet, etcétera.

Arreglar una relación no es difícil, ni hay que gastar dinero necesariamente, pero hay que elegir bien el camino y tener motivación. Sobretodo la motivación de aprender, porque si algo va mal no es porque sea imposible, sino porque hay algo que cambiar y necesitamos el conocimiento para saber qué y cómo.

Lograr un final bueno depende de dos factores: motivación y conocimiento. Con ambos factores, la reestructuración de la pareja tiene el éxito asegurado. Si tenéis la motivación y queréis conseguir el conocimiento, no dudéis en contactarme, que en 2 o 3 sesiones tendréis todas las herramientas.

Un abrazo, sed felices.

Jaju

José A. Juárez – Psicólogo Afectivo – Terapeuta de pareja

Citas: 607465303

Facebook

Youtube

Amar: un aprendizaje

Nadie nace con los conocimientos necesarios para afrontar la vida, pero mucho menos, con los conocimientos para amar y lograr una relación estable. Esto se hace patente a medida que nos tropezamos y fallamos una y otra vez, porque el amor es una ciencia que requiere mucho conocimiento y práctica para dominarla adecuadamente.
Los conflictos y las diferencias en las relaciones de pareja pueden tener muchas causas, pero sobretodo al principio, cuando empezamos en el mundo de las relaciones de pareja, sólo aspiramos a comportarnos como creemos que debe ser, por lo que en gran medida nuestros primeros contactos con el amor están condicionados por el tipo de apego que hayamos tenido en la infancia. Muchos ya sabréis lo que son los tipos de apego, pero lo voy a explicar para los que no lo sepan aún.

Todos nacemos con muchísima capacidad de aprendizaje, y nuestros sentidos están alerta para captar todo tipo de señales desde el primer día.
¿Y cómo vamos a aprender a amar si no es a través de observar a otras personas? Nuestros primeros modelos son nuestros padres, que nos enseñan a socializar, mostrar afecto, mandar señales, expresar emociones, hablar, etcétera.
Ahí es donde se construyen las creencias «raíz» que dirigirán nuestro comportamiento socio-afectivo durante toda nuestra vida, y que se irán modelando o modificando a medida que conozcamos más y más personas que se expresen y convivan de distinta forma.
A este respecto, los comportamientos de nuestros padres no solo nos enseñan cómo comportarnos, sino que a partir de esos comportamientos (cómo se comportan con nosotros) comienza la construcción de nuestro autoconcepto, y a vez, de nuestra autoestima. De esta manera, si nuestros padres no dan demasiados abrazos o nos regañan mucho por creer que es la mejor forma de educar, muy posiblemente nos deje huella (sumisión, inseguridad, dependencia emocional, miedo a defender nuestros derechos…).
Sin embargo, si nuestros padres nos dan abrazos constantemente, nos dejan experimentar y aprender de nuestros errores manteniendo siempre su apoyo en vez de limitarnos y reprendernos, la autoestima se verá reforzada de forma mucho más positiva.

Pues bien, a raíz de todo esto, pueden surgir relaciones basadas en la ya comentada dependencia emocional, típica de un tipo de apego inseguro, así como parejas celosas o violentas que han interiorizado esos comportamientos de los padres como «normales» y que están destrozando miles de vidas actualmente.

Pero aunque el problema pueda ser un aprendizaje enraizado en nuestra mente, todo consiste en ser consciente del daño que producen esas creencias y REAPRENDER  basándonos en unos valores de pareja sanos, que promuevan la felicidad, el respeto y la plenitud en la vida de pareja, que es lo que trabajamos en consulta a diario.

Se puede ser feliz en pareja, todo es cuestión de aprender.

Si quieres aprender más de manera gratuita, no dudes en visitar el resto del blog y suscribirte al canal de youtube.

-Jaju-

José A. Juárez – Psicólogo Afectivo – Terapeuta de pareja

Citas: 607465303

Facebook

Twitter

Youtube

La dependencia emocional. Una autoestima condicionada.

«El conocimiento no es sabiduría. Sabiduría implica saber usar ese conocimiento»

Con la dependencia emocional sucede igual. Hace años casi nadie había escuchado hablar de la dependencia emocional, y en cambio ahora con sus más y sus menos, bastante gente sabe lo que es. Pero aquí es donde viene el siguiente paso: aunque sea algo muy conocido, la dependencia emocional sigue siendo algo que en esta sociedad cuesta enormemente reconocer a nivel práctico. Hablamos mucho de ella, pero no sabemos sus límites, cuando sí y cuando no. Esto se debe al famoso engaño cultural del que continuamente estamos hablando, ese engaño del amor romántico que promueve la idealización y el sacrificio por la persona amada. Sufrir por amor parece algo «sano», algo bonito y deseable. Ahí está el problema, como siempre.

Podríamos definir la dependencia emocional como una inseguridad del individuo que necesita de refuerzo social (mimos y halagos) para poder aliviarse. Esta baja autoestima implica que el individuo se siente mal e inferior si no tiene a nadie cerca que le diga lo contrario. Las personas con dependencia emocional necesitan estar en pareja y casi todo el tiempo juntos, algo que culturalmente se podría llamar «romántico» y no se vería el problema.

Esto supone convertir una relación en una montaña rusa de culpa, inseguridad, frustración y llanto. Una persona emocionalmente dependiente es como una mancha de humedad, que al principio la pintas y solucionado, pero vuelve a salir cada vez que la pintas, sobrecargándote de trabajo por ver la pared en buen estado (la relación), cuando realmente no lo está. Intentar llenar esa necesidad insaciable en la otra persona es un trabajo del que la pareja no es responsable. El amor comprende hacer favores y algún esfuerzo, pero no sacrificio.

El primer paso para superar una dependencia emocional es ser consciente de su origen y cambiar el chip. La inseguridad afectiva suele provenir de alguno de los siguientes 3 factores, que no son excluyentes y suelen solaparse:

  • Autoestima. Lógicamente, no valorarnos a nosotros mismos es una buena apuesta por la dependencia emocional. La autoestima es la base de esa necesidad de afecto, por lo que determinar qué aspectos de nuestro recorrido vital nos han convencido de que no merecemos la pena, es algo fundamental. Los dos factores siguientes influyen en la construcción y consolidación de la autoestima.
  • Apego inseguro en la infancia. El tipo de comportamientos que nuestros padres usaban cuando eramos peques influye en la forma de ver el mundo emocional y las «reglas del juego» amoroso. Dar un beso todos los días, hacerlo o no como obligación, las discusiones familiares, etc… influyen en la construcción de una autoestima estable o inestable, según si eso nos hace sentirnos queridos o no.
  • Creencias sobre el amor. Hay personas que no tienen tan mala autoestima, pero llegados a cierta edad comienzan a absorber cultura. Cine, libros, canciones…y a empaparse de historias de carácter romántico, llorando de emoción y elevando el concepto de pareja a lo más alto de la felicidad. Así, estos modelos de amor se combinan con las historias amorosas de amigos y familia para dar forma a nuestra idea de amor. Esto, aunque puedan parecer pocas ideas generales que cambiar, suponen cientos de comportamientos puntuales, actitudes en el día a día y normas, que para una pareja ya formada y con sus costumbres supone un gran esfuerzo cambiar.

Sin embargo, es bastante frecuente que las personas con dependencia emocional se atraigan entre sí y terminen formando una pareja, en cuyo caso estaríamos ante una situación de codependencia. Los dos miembros aportan mucho afecto continuamente para recibir también mucho, por lo que se encuentran continuamente recompensados, por lo que podría parecer la situación ideal, pero no es ni de lejos así. Caer en una relación de codependencia supone los siguientes efectos:

  • Se camufla la baja autoestima, pero sigue ahí.
  • La fase de enamoramiento es excesivamente intensa, y por lo tanto inestable.
  • Se vuelven más dependientes y adictos si cabe el uno del otro.
  • Se idealiza la relación como algo perfecto.
  • Al estar constantemente adorándose y compartiendo tiempo, el hábito hace que pierdan valor las señales de afecto y que nos aburramos de estar con nuestra pareja. La monotonía hace su aparición.

Como podéis ver, la codependencia lleva a la creencia de que todo es perfecto, y a la vez fomenta la habituación, por lo que se convierte en una droga que cada vez nos hace menos efecto y necesitamos más, llegando hasta el punto en el que hasta separarse un rato por motivos de trabajo supone un síndrome de abstinencia brutal que altera la vida de la pareja sobremanera y anula la autonomía y el crecimiento personal completamente. Ninguno de los dos puede permitirse estar apático o un poco triste por algo, porque llega a suponer para la pareja una señal de que la relación se está acabando. 

Ya va siendo hora de cambiar la mentalidad de la gente y aceptar que el amor romántico es un enemigo de nuestro bienestar. Difundid este conocimiento con sabiduría, aplicadlo en vuestro día a día y seguid construyendo vuestra felicidad.

No dejéis de visitar y suscribiros al canal de youtube para seguir aprendiendo los fundamentos del AMOR REAL.

Un abrazo.

-Jaju-

José A. Juárez – Terapeuta sexual y de pareja

Citas: 607465303

Facebook

Youtube

 

Sexo sin amor, ¿es posible?

A muchas personas les parece un mito eso de separar sexo y amor, pero quien lo ha probado dice que sí es posible. ¿Requiere control de las emociones? ¿Hay que resistirse de alguna forma o entrenarse para evitar enamorarnos? ¿Implica ser promiscuo o poco ético?

No exactamente, sólo hay que cumplir ciertos requisitos, y uno de ellos es conocer bien el concepto de amor para saber cuales son los límites y cuando estaríamos creando las bases de algo más. Por otra parte, hay personas más o menos propensas a apegarse, por lo que si estáis pensando en explorar el mundo del sexo esporádico para aprovechar vuestra sexualidad de manera sana, aseguraros de que cumplís estos requisitos:

  1. Tener las ideas claras sobre el amor REALISTA y los pilares del amor.Como hemos comentado justo antes, el primer paso es analizar nuestras ideas sobre el amor, las bases, y de ahí ampliar informándonos de lo que es un amor REAL, y no un amor de ensueño, idealizado como nos muestran en la mayoría de las películas.
  2. Tener una actitud independiente, estar seguro de sí mismo/a y tener autonomía personal.Ser consciente de que cada persona (amigos, familiares, compañeros de trabajo, etcétera) nos aporta algo y no debemos reducir nuestro mundo emocional a una sola persona es el primer paso que deriva de las ideas sobre el amor realista. Todos somos capaces de seguir adelante y vivir nuestra vida sin necesidad de tener pareja. Las personas que no cumplen este requisito se exponen a apegarse en exceso e incluso a sufrir dependencia emocional, algo que choca completamente con el sexo esporádico.
  3. No ser hipocondríaco.Tener miedo a cualquier tipo de contacto sexual por motivos de higiene y prevención de enfermedades puede suponer una gran barrera, pues el sexo esporádico tiende a ser un tanto «random» en esas cuestiones, sin saber exactamente con qué te vas a encontrar. Si no confías en las medidas de seguridad que plantean las campañas de prevención de ETS (enfermedades de transmisión sexual) no te expongas, porque la sexualidad y el miedo no son compatibles. No merece la pena si sabes que vas a pasar un mal rato.
  4. No tener demasiados temores o inseguridades con respecto al sexo (apariencia física, tamaños, rendimiento sexual, poca información…)Otras veces, con toda la cultura de género en torno al rendimiento sexual y las «normas» establecidas socialmente sobre cómo debe ser una relación sexual satisfactoria, se nos plantean dudas del tipo: ¿seré capaz, dolerá, le pondré lo suficiente, llegará al orgasmo, sufriré un gatillazo, le gustará esto y lo otro?….Dudas que suelen tener de origen la inexperiencia, la baja autoestima y creencias erróneas (culpa de la cultura y el porno) en torno a la sexualidad, y que son las que destrozan sutilmente la vida sexual de millones de personas en todo el mundo, tanto de manera esporádica como de matrimonios con mucho recorrido, pero que al no revisar sus creencias, pierden el interés.

Por tanto SI, se puede tener sexo sin amor, mientras no lleguemos a construir esos 3 pilares básicos, y procurando cumplir los requisitos mencionados. No todo el mundo elige este estilo de vida, ni aun cumpliendo los requisitos, pero sea como sea, el sexo esporádico no es necesariamente indicativo de promiscuidad ni de poca ética, y mucho menos de ausencia de emociones. Que quede bien claro.

José A. Juárez – Psicólogo Afectivo

Citas: 607465303