Nadie nace con los conocimientos necesarios para afrontar la vida, pero mucho menos, con los conocimientos para amar y lograr una relación estable. Esto se hace patente a medida que nos tropezamos y fallamos una y otra vez, porque el amor es una ciencia que requiere mucho conocimiento y práctica para dominarla adecuadamente.
Los conflictos y las diferencias en las relaciones de pareja pueden tener muchas causas, pero sobretodo al principio, cuando empezamos en el mundo de las relaciones de pareja, sólo aspiramos a comportarnos como creemos que debe ser, por lo que en gran medida nuestros primeros contactos con el amor están condicionados por el tipo de apego que hayamos tenido en la infancia. Muchos ya sabréis lo que son los tipos de apego, pero lo voy a explicar para los que no lo sepan aún.
Todos nacemos con muchísima capacidad de aprendizaje, y nuestros sentidos están alerta para captar todo tipo de señales desde el primer día.
¿Y cómo vamos a aprender a amar si no es a través de observar a otras personas? Nuestros primeros modelos son nuestros padres, que nos enseñan a socializar, mostrar afecto, mandar señales, expresar emociones, hablar, etcétera.
Ahí es donde se construyen las creencias «raíz» que dirigirán nuestro comportamiento socio-afectivo durante toda nuestra vida, y que se irán modelando o modificando a medida que conozcamos más y más personas que se expresen y convivan de distinta forma.
A este respecto, los comportamientos de nuestros padres no solo nos enseñan cómo comportarnos, sino que a partir de esos comportamientos (cómo se comportan con nosotros) comienza la construcción de nuestro autoconcepto, y a vez, de nuestra autoestima. De esta manera, si nuestros padres no dan demasiados abrazos o nos regañan mucho por creer que es la mejor forma de educar, muy posiblemente nos deje huella (sumisión, inseguridad, dependencia emocional, miedo a defender nuestros derechos…).
Sin embargo, si nuestros padres nos dan abrazos constantemente, nos dejan experimentar y aprender de nuestros errores manteniendo siempre su apoyo en vez de limitarnos y reprendernos, la autoestima se verá reforzada de forma mucho más positiva.
Pues bien, a raíz de todo esto, pueden surgir relaciones basadas en la ya comentada dependencia emocional, típica de un tipo de apego inseguro, así como parejas celosas o violentas que han interiorizado esos comportamientos de los padres como «normales» y que están destrozando miles de vidas actualmente.
Pero aunque el problema pueda ser un aprendizaje enraizado en nuestra mente, todo consiste en ser consciente del daño que producen esas creencias y REAPRENDER basándonos en unos valores de pareja sanos, que promuevan la felicidad, el respeto y la plenitud en la vida de pareja, que es lo que trabajamos en consulta a diario.
Se puede ser feliz en pareja, todo es cuestión de aprender.
Si quieres aprender más de manera gratuita, no dudes en visitar el resto del blog y suscribirte al canal de youtube.
-Jaju-
José A. Juárez – Psicólogo Afectivo – Terapeuta de pareja
Citas: 607465303