Violencia de género: cuestión de educación

Violencia de género: cuestión de educación

Violencia de género: cuestión de educación 1920 960 José A. Juárez - Psicólogo Afectivo

Todo el mundo ha sufrido algún abuso a lo largo de su vida, ya sea físico, psicológico o de derechos. Las expresiones de desprecio, acoso o violencia tristemente forman parte de nuestro mundo «civilizado», un mundo que queremos que sea lo mejor posible, donde vivir tranquilos y quizá, si tenemos suerte, encontrar eso que llaman felicidad.

Pero día tras día nos topamos con esas manchas de realidad en televisión, radio, prensa, e incluso en nuestro entorno social. Hay muchos tipos de abuso, según los individuos que intervengan y los motivos que tengan para ello, pero me gustaría centrar la atención en el abuso afectivo, el abuso y daño que se produce a alguien a quien supuestamente se ama.

Morir de amor. Posesión. Amor eterno. No soy nada sin ti. Haría cualquier cosa por tu amor. Tu pareja tiene que estar ahí porque es su deber…etcétera. Seguro que has escuchado y leído esas expresiones e ideas millones de veces ya, y es porque son preciosas y logran que muchas parejas comiencen o sigan adelante, pero hay otra versión del cuento que casi nadie narra.
Seguro que a muchos os sorprenderá, pero a mí, como terapeuta de pareja, esas expresiones me chirrían, porque detrás de esas expresiones están las innumerables parejas que acuden a mi consulta preguntando por qué se ha acabado el amor en su relación. Algunas incluso buscan desentrañar el por qué han pegado a la persona que más quieren…

¿Cómo te sentirías si tu pareja te dijese: <<Te quiero, pero no te necesito para ser feliz>>?
Probablemente te sentirías menospreciado/a, pero justo detrás de esa frase, se esconde la felicidad.

La voluntad consciente de hacer daño a otra persona no está ahí cuando te enamoras, ni cuando le haces regalos, la abrazas, la invitas a compartir un hogar, tener hijos, etcétera. Entonces, ¿de dónde sale ese impulso?

Hay gente que cree que hay personas malas de por sí, que desde quenacen tienen esa forma de ser configurada genéticamente. Pero más allá de la genética, que produce «predisposición» por ciertos comportamientos, está el aprendizaje. Un aprendizaje afectivo que como comentábamos en la anterior entrada sobre el apego (que podéis ver pinchando aquí), se adquiere en gran medida al observar no sólo a nuestros padres y familiares, sino también a nuestros amigos, nuestro entorno social. Por eso la cultura en la que estamos inmersos es el factor más importante, y es innegable que promueve todas las ideas de sacrificio, posesión, fusión de identidad, promesas de amor eterno y demás de manera reiterada y sin cesar. Ideas que llevan a la frustración, decepción y expectativas que van mermando nuestra autonomía, deseos propios, independencia afectiva y anulando nuestra autoestima. Canciones, películas y libros de todos los estilos llevan promoviendo durante siglos el «amor romántico«, algo que comienza a cambiar gracias a la era de la información.

Dicen que es horrible que haya tantos divorcios, que han aumentado muchísimo en los últimos años. Pero seguro que han disminuido también los matrimonios infelices que derivaban en situaciones límite como el asesinato o el suicidio. Las ideas sobre el amor pueden, como veis, promover la felicidad o infelicidad de las parejas de manera sutil, por lo que conviene saber que las ideas que giran en torno al llamado «amor realista», son las que promueven una felicidad y estabilidad óptimas para la pareja. Éste es el núcleo en torno al que se desarrolla todo mi trabajo.

Cuando la vida se vuelve oscura no somos conscientes de que tenemos a nuestro alcance recursos sociales para sentirnos bien, aprender a mejorar y a ser un poco más felices. Muchas veces la infelicidad viene de nuestra mentalidad, de nuestras creencias y valores arraigados. Es importante remarcar la responsabilidad social que tenemos todos ante la educación afectiva y el fomento del bienestar ajeno como herramienta de prevención. Respetar y transmitir una filosofía de vida sana al prójimo no debería de ser solo para religiosos, sino para todo el mundo.

No des felicidad, enseña a ser feliz.

Un abrazo, sed felices.

José A. Juárez (Jaju)– Psicólogo Afectivo

Citas e información: 607465303

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