Blog

Los límites de la felicidad

Os traigo un artículo que a lo mejor os parece obvio. Yo lo veo muy útil.
Nada es bueno en sus extremos, todos lo sabemos, pero cuando la felicidad nos desborda no somos capaces de verlo.

A estar al loro, un abrazo!

http://www.europapress.es/salud/salud-bienestar/noticia-psicologos-advierten-potenciar-emociones-positivas-tiene-limite-no-existen-atajos-ser-feliz-20131022100809.html?utm_content=bufferfc5de&utm_source=buffer&utm_medium=twitter&utm_campaign=Buffer

José A. Juárez – Terapeuta sexual y de pareja

Citas: 607465303
Facebook: https://www.facebook.com/TSYDP/

¿Familias que unen o que dividen?

¿Qué es lo que pasa con las familias de ahora? Niños que pegan a los padres, violencia de género, órdenes de alejamiento, etc… Seguro que estáis hartos de escuchar hablar de ello, tanto en la tele, como con vuestra familia y amigos. ¿Y por qué?

¿Eran más felices las familias de antes, más obedientes y estructuradas, o son más felices ahora, con tanta libertad de expresión y derechos (que provocan denuncias, coacciones, amenazas por parte de los hijos…etc)?
No necesariamente. No todo es lo que parece, ni todo parece lo que es.

A mi parecer (no digo que sea)…todo este cambio -a peor- que percibimos está justificado en gran parte por dos factores, que según se combinen, explicarían muchos de los casos que se vienen dando.

El primero de los factores que hay que considerar es la educación (sí, habréis pensado: «obvio»):

España ha vivido un cambio muy brusco desde lo de Franco.
Antes era un país puramente católico, reprimido, con normas estrictas de conducta y con relativamente poca preocupación por los derechos individuales de ciertas minorías. (No busco hacer un debate histórico, pues hablo desde la humilde opinión de alguien a quien no le interesan más de lo necesario ni la política ni la historia)
Ahora es un estado en busca de la libertad tanto individual como grupal,, de todas las minorías, y ha dejado de ser estrictamente católico, buscando el respeto por otras religiones y creencias espirituales.

Básicamente, nos hemos abierto a vivir experiencias nuevas, contrastar opiniones y construir conocimiento.

Y aquí viene lo interesante. El segundo factor que considero fundamental, es la personalidad (educación, personalidad y entorno se combinan y dan lugar a nuestro comportamiento).

4 combinaciones posibles a la vista:

Educación estricta+Personalidad fuerte/robusta = Padres resistentes al cambio. Estancados en el pasado, que identifican los lazos sanguíneos con el afecto y usan con sus hijos un estilo educativo autoritario.

Educación estricta+Personalidad abierta = Padres que de niños se comportaron como debían para adaptarse, que no quieren que sus hijos pasen por lo mismo y les dan más cariño y comprensión (liberan su personalidad)

Educación «liberal»+Personalidad fuerte/robusta = Padres «idealistas», defensores de la igualdad y buscadores activos de una sociedad en perfecta armonía.

Educación «liberal»+Personalidad abierta = Padres muy cariñosos y afectivos que tienden a la irresponsabilidad y al descuido de sus hijos por usar a veces un estilo demasiado permisivo en la educación de los hijos.

No son categorías de todo o nada. Obviamente influyen el sexo, la edad, la historia personal…etc pero nos dan un punto de referencia sobre el que reflexionar.

Otra demostración de que los polos opuestos son la mejor combinación. La mejor forma de mantenerse en equilibrio.

La primera combinación, con un estilo autoritario mal manejado, puede desencadenar una rebelión por parte de los hijos, o favorecer depresiones…etc
La última combinación, con un estilo demasiado permisivo, puede provocar que sean los hijos los que maltraten a los padres y adquieran el control.
Las opciones más equilibradas son la 2 y la 3, sin ser por ello perfectas (repetimos lo de que influyen muchísimos otros factores a tener en cuenta)

¿Todo este rollo aburrido que estoy soltando a qué nos lleva? 
La sociedad actual está repleta de todos estos casos -con sus más y sus menos- y podemos verlos a diario si nos fijamos bien. Pero no es tan útil verlo en los demás, como verlo en nosotros mismos. 

¿Con qué categoría os sentís más identificados? 

¿Qué cosas buenas tiene? 
¿Qué cosas malas tiene? 
¿Qué podéis hacer para que vuestro estilo no desemboque en problemas? 
No podemos cambiar nuestra educación ni nuestra personalidad, pero sí modularla y regularla para que el resultado sea un comportamiento no destructivo ni dañino. 

Todo es cuestión de que sepamos ver en nuestro interior.

Un abrazo enorme.

José A. Juárez – Terapeuta sexual y de pareja

Citas: 607465303
Facebook: https://www.facebook.com/TSYDP/

 

¿En qué se parecen el arrepentimiento y la envidia?

Si nos preguntamos de primeras qué relación tienen estas dos emociones, seguramente contestemos que ninguna, o que no sabemos. Vamos a analizar algunas situaciones en las que se presentan.

Vemos otra pareja y nos da envidia que ellos hagan algo que nosotros no, sacamos los trapos sucios en un momento de rabia y nos arrepentimos de haber hecho daño, caemos en la infidelidad y su vorágine de arrepentimiento y culpa… son solo algunos ejemplos.
 
Al experimentar y asignar estas dos emociones en circunstancias distintas de la vida -una cuando hemos hecho algo malo, y otra cuando otros han conseguido algo bueno- las vemos muy distanciadas y con poca relación.
 
Pero un día, viendo un documental de Punset, descubrí que el lenguaje nos hacer ver las cosas de forma muy distinta. Debemos cambiar la perspectiva para ver la esencia de las cosas.
 
Pasemos a analizar primero las diferencias que se establecen a nivel social entre estas dos emociones.
 
    El arrepentimiento: Tanto la religión, como muchos tipos de moral social, nos meten en la cabeza que tenemos que arrepentirnos para obtener el perdón, la consideración de los demás, y no perder amistades que nos serán útiles en el futuro. Digamos que nos enseñan que es algo «bueno» en cierta medida, y que nos ayuda de cara al futuro.
 
    La envidia: Igual que antes, la sociedad en su conjunto nos enseña desde niños que la envidia es mala. Que produce malestar y odio hacia el prójimo. Un poco más mayores, ya nos aportan el matiz de que existe una envidia «sana», pero no entendemos muy bien el porqué, dado que no dejamos de sentirnos mal cuando sentimos envidia.
 
El parecido de estas dos emociones no radica en el nombre que tienen, o la comprensión que la sociedad nos da de éstas. Para ver el parecido, tenemos que saber bien que no es lo mismo lo que hacemos….que lo que conseguimos. Acción-Reacción.
 
    El arrepentimiento: Hemos actuado de cierta forma….y hemos conseguido algo que no queríamos. Nos sentimos mal (arrepentidos) al ver que no hemos tomado la decisión correcta actuando así y nos damos cuenta de que hay caminos mejores. Aprendemos.
 
    La envidia: Vemos en otra persona algo que nos gustaría haber conseguido, pero no lo hemos logrado (tanto si lo hemos intentado como si no, es indiferente). El asunto es que sentimos que el camino que hemos tomado es peor que el que ha tomado el individuo por el que sentimos envidia. Aprendemos
 
La conclusión debería de ser obvia ya para algunos, pues de aquí se deduce que ambos son aprendizajes basados en la emoción.
 
Arrepintiéndonos estamos aceptando, en vista de las consecuencias desagradables, que hay formas mejores de hacer las cosas. Aprendemos por nosotros mismos.
 
Envidiando a alguien estamos aceptando, por comparación social, que hay formas mejores de hacer las cosas. Aprendemos por comparación social, mediante otros.
 
Dicho sea de paso, ambas emociones, si se descontrolan, pueden llegar a ser patológicas, pero eso ya es otro asunto. El objetivo es aprender de ellas, no martirizarse.
 
Espero que os ayude a ver las cosas de otra forma.
 
Un abrazo a todos.
 

José A. Juárez – Terapeuta sexual y de pareja

Citas: 607465303
Facebook: https://www.facebook.com/TSYDP/